"Llegaba mi cumpleaños y traté de dejarle claro a David, que lo que más me apetecía en el mundo era viajar a algún sitio, a lo que David siempre respondía que ya habíamos gastado mucho dinero y no nos quedaba suficiente para viajar. Pese a mi enorme insistencia, David parecía no cambiar de opinión. Aunque me fastidiaba bastante, sabía que tenía razón: Llegar a Estados Unidos nos había dejado bajo mínimos. Sin embargo, era la primera vez en toda mi vida, que mi cumpleaños pillaba en un puente de 4 días, y total, ¿qué serían unos cientos más en un gasto de muchos miles? Cuando ya había perdido toda esperanza, el primer día del puente por la mañana, cuando nos disponíamos a salir de casa para ir a pasar del día a Park City (o eso creía yo), de repente David sacó dos maletas del armario de la terraza y me dijo que cogiera el pijama, ¡nos vamos a pasar el fin de semana por ahí!
Nos montamos en el coche, y se desveló el secreto: Nos íbamos a pasar el fin de semana a Moab. Por lo visto, todo estaba programado desde hacía tiempo y todo el mundo lo sabía menos yo. ¡Este finde promete!"
Tras 4 horas de emocionante viaje, llegamos a nuestra primera parada: Dead Horse Pointe. Un pequeño parque con unas impresionantes vistas sobre el río Colorado y uno de sus meandros, protagonista de películas como Thelma y Louise o Misión Imposible 2.
Nos montamos en el coche, y se desveló el secreto: Nos íbamos a pasar el fin de semana a Moab. Por lo visto, todo estaba programado desde hacía tiempo y todo el mundo lo sabía menos yo. ¡Este finde promete!"
Tras 4 horas de emocionante viaje, llegamos a nuestra primera parada: Dead Horse Pointe. Un pequeño parque con unas impresionantes vistas sobre el río Colorado y uno de sus meandros, protagonista de películas como Thelma y Louise o Misión Imposible 2.
Disfrutamos de una increíble tarde así como un maravilloso atardecer.
Para dormir, David había reservado un bungalow en un camping cercano llamado Archview RV Campground. Al llegar encontramos una acogedora cabaña en un camping muy bien situado donde pasamos una noche estupenda.
Al día siguiente, nos levantamos con una increíble energía. Por la carretera, todo nos encantaba, por lo que emocionados pusimos rumbo hacia el Parque Nacional Arches, sacándole fotos a todo lo que nos encontrábamos de camino.
Desde el camping tardamos 10 minutos en llegar al parque. Como teníamos la tarjeta anual de Parques Nacionales, la entrada nos salió gratis, algo que recomendamos a cualquier persona a la que le gusten los paisajes y vaya a pasar unos meses en Estados Unidos. En la entrada nos dieron un plano y con él establecimos un planning para todo el día. Comenzamos viendo la Balance Rock, que se encuentra pegada a la carretera, por lo que no tienes que andar nada para verla y sacar fotos. Como era pronto y todavía el calor no era intenso, decidimos hacer el trekking del Double O Arch, un paseo de nivel medio más que aconsejable de aproximadamente 3 horas (ida y vuelta), en el que puedes encontrar varios de los arcos más bonitos del parque. En realidad se podría hacer en un par de horas, pero el camino es tan bonito y curioso que es difícil no entretenerse haciendo fotos y admirando los paisajes de roca roja. Después de comer, visitamos en Sand Dune Arch, una zona muy fácil de recorrer, con sombras y llena de arena que parece de playa, donde muchas familias llevan a sus hijos pequeños a jugar con palas y cubitos. También visitamos la zona de Windows Arch, y para terminar un gran día, hicimos el trekking que te lleva hasta Delicate Arch, el más famoso de los arcos del parque, para disfrutar alli de las vistas al atardecer. La vuelta fue dolorosa, ya que estábamos agotados de la caminata y el calor de todo el día, pero mereció enormemente la pena el cansancio.
Esa noche, dormimos en el motel Kokopeli de Moab.
Después de una reparadora noche, teníamos que recuperar fuerzas antes de visitar el siguiente parque, así que nos fuimos a un restaurante local a tomarnos un típico desayuno americano: huevos fritos, bacon, tortitas y patatas fritas ... todo lo que podíamos necesitar.
Con toda la tranquilidad del mundo, pusimos rumbo al Parque Nacional de Canyonlands, que también es gratuito con la tarjeta de anual de Parques Nacionales. Nada más llegar, lo primero que hicimos fue dirigirnos a la zona de acampada porque no aceptan reservas y para colocar la tienda se rigen por "First come, first served", vamos que el primero que llega pone la tienda y cuando se acaban las plazas ya no entra nadie más. Montamos nuestra tienda, dejamos todo preparado para esa noche y nos fuimos a ver el parque.
Sin llegar a ser el Gran Cañón del Colorado, los paisajes se asemejan bastante, por lo que puede ser una buena referencia para hacerse una idea aproximada de cómo será el Gran Cañón. Este parque resultó ser mucho más pequeño que el Arches, lo que hace que se pueda recorrer muy fácilmente en unas cuantas horas (no es necesario dedicarle un día entero).
Sin llegar a ser el Gran Cañón del Colorado, los paisajes se asemejan bastante, por lo que puede ser una buena referencia para hacerse una idea aproximada de cómo será el Gran Cañón. Este parque resultó ser mucho más pequeño que el Arches, lo que hace que se pueda recorrer muy fácilmente en unas cuantas horas (no es necesario dedicarle un día entero).
Casi sin darnos cuenta, se puso el sol y se hizo de noche, así que nosotros nos volvimos a la zona de acampada en la que habíamos montado la tienda. Cuando llegamos, todo el mundo había preparado una hoguera y estaban cocinando alrededor de ella y no pudimos evitar tener envidia. Sin embargo, no teníamos ni leña, ni carbón ni siquiera un mechero con el que encender el fuego, así que nos resignamos a no tener nuestra hoguera. Al poco tiempo de estar allí, una agradable pareja que había acampado en la parcela de al lado se acercó a preguntarnos que si necesitábamos algo o que si queríamos hacer fuego. Nosotros les dijimos que no teníamos nada con lo que preparar un fuego pero que nos gustaría hacerlo y ellos, ni cortos ni perezosos, no dudaron un segundo en volver a su parcela y traernos unos troncos, algo de carbón y un mechero para que pudieramos preparar nuestra hoguera. Agradecidos por el magnífico gesto que habían tenido con nosotros sin conocernos de nada, encendimos nuestra hoguera y nos sentamos en unas piedras alrededor para comentar lo increíble que había sido nuestro día y lo increíble que estaba siendo la noche. Cubiertos por un espectacular manto de estrellas, en el que podíamos ver a la perfección la Vía Láctea y todas las constelaciones, se nos agotaron las pocas fuerzas que nos quedaban y nos marchamos a la tienda a dormir.
Tras una agradable noche, madrugamos para ver el amanecer en Mesa Arch, una preciosa experiencia también para acabar nuestro impresionante viaje de cumpleaños.
Poco nos quedaba que hacer por la zona, así que emprendimos el camino de vuelta a casa con tranquiliad.
Para terminar el fin de semana, después del viaje de vuelta, por sorpresa, Laura se encontró unos regalitos en casa que la estaban esperando.
Para terminar el fin de semana, después del viaje de vuelta, por sorpresa, Laura se encontró unos regalitos en casa que la estaban esperando.